lunes, 5 de mayo de 2008

La plusvalía

"Al alcanzar la producción de mercancías un determinado grado de desarrollo, el dinero se convierte en capital. La fórmula de la circulación de mercancías era: M (mercancía) - D (dinero) -M (mercancía), es decir, venta de una mercancía para comprar otra. La fórmula general del capital es, por el contrario, D - M - D, es decir, compra para la venta (con ganancia). El crecimiento del valor primitivo del dinero que se lanza a la circulación es lo que Marx llama plusvalía. Ese "acrecentamiento" del dinero lanzado a la circulación capitalista es un hecho conocido de todo el mundo. Y precisamente ese "acrecentamiento" es lo que convierte el dinero en capital, o sea, en una relación social de producción históricamente determinada. La plusvalía no puede provenir de la circulación de mercancías, pues, ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un aumento de los precios, pues las pérdidas y las recíprocas de vendedores y compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno social medio, generalizado, y no de un fenómeno individual. Para obtener la plusvalía, "el poseedor de dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea la singular propiedad de ser fuente de valor (25), una mercancía cuyo proceso de consumo sea, a la par, proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe: es la fuerza del trabajo del hombre. Su uso es el trabajo, y el trabajo crea valor. El poseedor de dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por el coste del mantenimiento del obrero y su familia). Una vez ha comprado la fuerza de trabajo, el poseedor del dinero tiene el derecho de consumirla, es decir, de obligarla a trabajar durante un día entero, supongamos que durante doce horas. Pero el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo "necesario") un producto que basta para su mantenimiento; durante las seis horas restantes (tiempo de trabajo "suplementario") engendra un "plusproducto" no retribuido por el capitalista, que es la plusvalía. Por consiguiente, desde el punto de vista del proceso de producción, en el capital hay que distinguir dos partes: el capital constante, invertido en medios de producción (máquinas, instrumentos de trabajo, materias primas, etc.) -y cuyo valor pasa sin cambios (de una vez o en parte) al producto elaborado-, y el capital variable, que es el que se invierte en pagar la fuerza de trabajo. El valor de este capital no permanece inalterable, sino que aumenta en el proceso del trabajo, al crear la plusvalía. Por tanto, para expresar el grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital, tenemos que comparar la plusvalía no con el capital total, sino con el capital variable exclusivamente. La cuota de plusvalía, que así llama Marx esta relación, sería, pues, en nuestro ejemplo, de 6 : 6, es decir, del 100 %.

Es premisa histórica para la aparición del capital, primero, la acumulación de determinada suma de dinero en manos de ciertas personas, con un nivel d desarrollo relativamente alto de la producción mercantil en general; y, segundo, la existencia de obreros "libres" en un doble sentido - libres de todas las trabas o restricciones puestas a la venta de fa fuerza de trabajo y libres por carecer de tierra y de toda clase de medios de producción-, de obreros sin hacienda alguna, de obreros "proletarios" que no pueden subsistir más que vendiendo su fuerza de trabajo.

Hay dos modos fundamentales de aumentar la plusvalía: prolongando la jornada de trabajo ("plusvalía absoluta") y reduciendo el tiempo de trabajo necesario ("plusvalía relativa"). Al analizar el primer modo, Marx hace desfilar ante nosotros el grandioso panorama de la lucha de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo y de la intervención del poder público, primero para prolongarla (siglos XIV a XVII) y luego para reducirla (legislación fabril del siglo XIX). La historia del movimiento obrero en todos los países civilizados ha proporcionado, desde la aparición de El Capital, miles y miles de nuevos datos que ilustran este panorama.

En su análisis de la producción de la plusvalía relativa, Marx investiga las tres etapas históricas fundamentales en el proceso de intensificación de la productividad del trabajo por el capitalismo: 1) la cooperación simple; 2) la división del trabajo y la manufactura; 3) las máquinas y la gran industria. Con qué profundidad pone Marx de relieve los rasgos fundamentales y típicos del desarrollo del capitalismo nos lo dice, entre otras cosas, el hecho de que el estudio de la llamada industria de los "kustares" rusa ha aportado abundantísimos materiales para ilustrar las dos primeras etapas de las tres señaladas. En cuanto a la acción revolucionadora de la gran industria mecanizada, descrita por Marx en 1867, en el medio siglo transcurrido desde entonces ha venido a revelarse en toda una serie de países "nuevos" (Rusia, el Japón, etc.).

Continuemos. Importante en el más alto grado y nuevo en Marx es el análisis de la acumulación del capital, es decir, de la transformación en capital de una parte de la plusvalía y de su empleo no para satisfacer las necesidades personales o los caprichos del capitalista, sino para volver a producir. Marx hace ver el error de toda la economía política clásica anterior (desde Adam Smith) al entender que toda la plusvalía que se convertía en capital pasaba a formar parte del capital variable, cuando en realidad se descompone en medios de producción más capital variable. Tiene excepcional importancia en el proceso de desarrollo del capitalismo y de su transformación en socialismo el crecimiento más rápido de la parte del capital constante (en la suma total del capital) con relación a la parte de capital variable.

Al acelerar el desplazamiento de los obreros por la maquinaria, produciendo en uno de los polos riquezas y en el otro polo miseria, la acumulación del capital origina también el llamado 11 ejército de reserva del trabajo", el "excedente relativo" de obreros o "superpoblación capitalistas, que reviste formas extraordinariamente diversas y permite al capital ampliar con singular rapidez la producción. Esta posibilidad, combinada con el crédito y la acumulación de capital en medios de producción, nos da, entre otras cosas, la clave para comprender las crisis de superproducción, que se suceden periódicamente en los países capitalistas, primero cada diez anos, poco más o menos, y luego con intervalos mayores y menos precisos. De la acumulación del capital sobre la base del capitalismo hay que distinguir la llamada acumulación primitiva, cuando se desposee violentamente al trabajador de sus medios de producción, se expulsa al campesino de su tierra, se roban los terrenos comunales y rigen el sistema colonial y el sistema de las deudas públicas, de los aranceles aduaneros, proteccionistas, etc. La acumulación primitiva" crea en un polo el proletario "libre", y en el polo contrario el poseedor del dinero, el capitalista.

Marx caracteriza en los célebres términos siguientes la "tendencia histórica de la acumulación capitalista": "La expropiación de los productores directos se lleva a cabo con el más despiadado vandalismo y con el acicate de las pasiones más infames, más ruines y más mezquinas y odiosas. La propiedad privada, ganada con el trabajo personal" (del campesino y del artesano) "y que el individuo libre ha creado identificándose en cierto modo con los instrumentos y las condiciones de su trabajo, cede el sitio a la propiedad privada capitalista, que descansa en la explotación del trabajo ajeno y que no tiene más que una apariencia de libertad... Ahora no se trata ya de expropiar al obrero que explota él mismo su hacienda, sino al capitalista, que explota a muchos obreros. Esa expropiación se opera por el juego de las leyes inmanentes de la propia producción capitalista, por la centralización de capitales. Un capitalista mata a muchos otros. Y a la par con esta centralización o expropiación de muchos capitalistas por unos cuantos, se desarrolla, en escala cada vez mayor y más amplia, la forma cooperativa del proceso del trabajo, se desarrolla la aplicación consciente de la ciencia a la técnica, la explotación sistemática del suelo, la transformación de los medios de trabajo en unos medios cine no pueden utilizarse mas que en común, las economías de todos los medios de producción mediante su utilización como medios de producción de un trabajo social combinado, la incorporación de todos los pueblos a la red del mercado mundial, y, junto a ello, el carácter internacional del régimen capitalista. A medida que disminuye constantemente el número de los magnates del capital, que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta en su conjunto la miseria, la opresión, la esclavitud, la degeneración, la explotación; pero también aumenta, al propio tiempo, la rebeldía de la clase obrera, que es instruida, unida y organizada por el mecanismo del propio proceso de producción capitalista. El monopolio de capital se convierte en grillete del modo de producción que se había desarrollado con él y gracias a él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista, que termina por estallar. Suena la última hora de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados" (El Capital, t. I)(26).

Otro punto extraordinariamente importante y nuevo es el análisis que Marx hace de la reproducción del capital social tomado en su conjunto, en el tomo II de El Capital. También en este caso, Marx toma un fenómeno general, y no individual; toma toda la economía social en su conjunto, y no una fracción de ella. Rectificando el error de los clásicos a que nos referíamos más arriba, Marx divide toda la producción social en dos grandes secciones: 1) producción de medios de producción y 2) producción de artículos de consumo. Y con el apoyo de cifras, estudia detalladamente la circulación del capital social en su conjunto, tanto en la reproducción simple, como en la acumulación. En el tomo III de El Capital, se resuelve, sobre la base de la ley del valor, el problema de la formación de la cuota media de ganancia. Es un gran progreso en la ciencia económica el que Marx parta siempre, en sus investigaciones, de los fenómenos económicos generales, del conjunto de la economía social, y no de casos sueltos o de las manifestaciones superficiales de la competencia, a los que suele limitarse la economía política vulgar o la moderna "teoría de la utilidad límite" (27). Marx analiza primero el origen de la plusvalía y luego pasa ya a su descomposición en ganancia, interés y renta del suelo. La ganancia es la relación que guarda la plusvalía con todo el capital invertido en una empresa. El capital de "alta composición orgánica" (es decir, en el que el capital constante predomina sobre el capital variable en proporciones superiores a la media social) da una cuota de ganancia inferior a la media. El capital de "baja composición orgánica" rinde una cuota de ganancia superior a la media. La competencia entre los capitales, su paso libre de unas ramas de producción a otras, reducen en ambos casos a la media la cuota de ganancia. La suma de los valores de todas las mercancías de una sociedad determinada coincide con la suma de precios de estas mercancías, pero en las distintas empresas y en las distintas ramas de producción las mercancías, bajo la presión de la competencia, no se venden por su valor, sino por el precio de producción, que equivale al capital invertido más la ganancia media.

Así, pues, un hecho conocido de todos e indiscutible - que los precios difieren de los valores y las ganancias se compensan unas con otras -, Marx lo explica perfectamente partiendo de la ley del valor, pues la suma de los valores de todas las mercancías coincide con la suma de sus precios. Pero la reducción del valor (social) a los precios (individuales) no es una operación simple y directa, sino que sigue un camino muy complicado: es perfectamente lógico que en una sociedad de productores de mercancías dispersos, ligados únicamente por el mercado, las leyes que rigen esa sociedad se manifiesten forzosamente a través de resultados medios, sociales, generales, con una compensación recíproca de las desviaciones individuales en uno u otro sentido.

La elevación de la productividad del trabajo significa un crecimiento más rápido del capital constante con relación al capital variable. Pero, como la plusvalía es función privativa de éste, se comprende que la cuota de ganancia (o sea, la relación que la plusvalía guarda con todo el capital, y no con su parte variable solamente) acuse una tendencia a la baja. Marx analiza detenidamente esta tendencia, así como las diversas circunstancias que la ocultan o la contrarrestan. Sin detenernos a exponer los capítulos, extraordinariamente interesantes, del torno III, que tratan del capital usurario, comercial y en dinero, pasamos a lo esencial, a la teoría de la renta del suelo. Teniendo en cuenta que la superficie del suelo está limitada, puesto que en los países capitalistas lo ocupan enteramente propiedades particulares, el precio de producción de los productos de la tierra no lo determinan los gastos de producción en los terrenos de calidad media, sino en los de calidad inferior; no lo determinan las condiciones medias en que el producto se lleva al mercado, sino las condiciones peores. La diferencia existente entre este precio y el precio de producción en terrenos mejores (o en condiciones mejores) constituye la renta diferencial. Marx analiza en detalle la renta diferencial, demostrando que proviene de la diferencia de fertilidad de los distintos campos, de la diferencia de los capitales invertidos en el cultivo, poniendo totalmente de relieve (véase también las Teorías de la plusvalía, donde merece especial atención la crítica de Rodbertus) el error de Ricardo, de que la renta diferencial no se obtiene más que por el paso sucesivo de terrenos mejores a otros de calidad inferior. Por el contrario, se dan también casos inversos: los terrenos de una clase determinada se transforman en tierras de otra clase (gracias a los progresos de la técnica agrícola, a la expansión de las ciudades, etc.), y la decantada "Ley del rendimiento decreciente del suelo" es un' profundo error, que carga sobre la naturaleza los defectos, las limitaciones y las contradicciones del capitalismo. Además, la igualdad de ganancias en todas las ramas de la industria y de la economía nacional en general, supone completa libertad de competencia, la libertad de transferir los capitales de una rama a otra de la producción. Pero la propiedad privada del suelo crea un monopolio, que es un obstáculo para esa transferencia libre. En virtud de este monopolio, los productos de una agricultura que se distingue por una baja composición del capital y, consiguientemente, da una cuota de ganancia individual más alta, no entran en el juego totalmente libre de igualación de las cuotas de ganancia. El propietario agrícola puede, en calidad de monopolista, mantener sus precios por encima del medio; este precio de monopolio origina la renta absoluta. La renta diferencial no puede ser abolida dentro del capitalismo; en cambio, la renta absoluta puede serlo, por ejemplo, con la nacionalización de la tierra, cuando ésta se hace propiedad del Estado. Esta medida significaría el quebrantamiento del monopolio de los propietarios agrícolas, una aplicación más consecuente y más completa de la libertad de competencia en la agricultura. Por eso, advierte Marx, los burgueses radicales han formulado repetidas veces a lo largo de la historia esta reivindicación burguesa progresiva de nacionalización de la tierra, que, sin embargo, asusta a la mayoría de los burgueses, porque "toca" demasiado cerca a otro monopolio mucho más importante y "sensible" en nuestros días: el monopolio de los medios de producción en general. (Marx expone en un lenguaje extraordinariamente popular, conciso y claro su teoría de la ganancia media sobre el capital y de la renta absoluta del suelo, en su carta a Engels del 2 de agosto de 1867. Véase Correspondencia, t. III, Págs. 77-81. Véase también, en la misma obra, págs. 86-87, la carta del 9 de agosto de 1862.) En la historia de la renta del suelo es también importante señalar el análisis en que Marx demuestra la transformación de la renta de trabajo (cuando el campesino crea el plusproducto trabajando en la tierra del amo) en renta natural o renta en especie (cuando el campesino crea el plusproducto en su propia tierra, entregándolo luego al amo por el imperio de la "coerción no económica"), después en renta en dinero (que es la misma renta en especie, sólo que redimida a metálico, el "obrok" de la antigua Rusia, en virtud del desarrollo de la producción de mercancías) y, por último, en renta capitalista, en que el campesino deja el puesto al patrono, que cultiva la tierra con ayuda del trabajo asalariado. En relación con este análisis de la "génesis de la renta capitalista del suelo", hay que señalar una serie de profundas ideas de Marx (de particular importancia para los países atrasados, como Rusia) acerca de la evolución del capitalismo en la agricultura. "La transformación de la renta natural en renta en dinero no sólo es acompañada invariablemente por la formación de la clase de jornaleros pobres, que se contratan por dinero: ésta la precede incluso. En el curso del período de su formación, cuando esta nueva clase aparece sólo esporádicamente, entre los campesinos más acomodados, obligados a pagar el censo, va extendiéndose, como es lógico, la costumbre de explotar por su cuenta a obreros asalariados rurales, del mismo modo que ya bajo el feudalismo los siervos de la gleba acomodados tenían a su vez siervos a su servicio. De esta manera, se va formando en ellos, poco a poco, la posibilidad de acumular cierta fortuna y de transformarse en futuros capitalistas. Entre los cultivadores antiguos de tierra propia surge de ese modo un foco de arrendatarios capitalistas, cuyo desarrollo depende del desarrollo general de la producción capitalista fuera de la agricultura" (El Capital, t. III, Pág. 332) (28). . . "La expropiación y la expulsión de la aldea de una parte de la población campesina, no sólo "liberan" para el capital industrial a los obreros, sus medios de vida y sus instrumentos de trabajo, sino que le crean también el mercado interior" (El Capital, t. I, Pág. 778) (29). La depauperación y la ruina de la población campesina influyen, a su vez, en la formación del ejército de reserva de obreros para el capital. En todo país capitalista, "una parte de la población campesina se encuentra constantemente en trance de transformarse en población urbana o manufacturera (es decir, no agrícola). Esta fuente de superpoblación relativa corre sin cesar... El obrero del campo se ve, por consiguiente, reducido al salario mínimo y tiene siempre un pie en el pantano del pauperismo" (El Capital, t. 1, pág. 668) (30). La propiedad privada del campesino sobre la tierra que cultiva es la base de la pequeña producción y la condición de su florecimiento y su desarrollo en la forma clásica. Pero esa pequeña producción sólo es compatible con un marco estrecho, primitivo, de la producción y de la sociedad. Bajo el capitalismo, "la explotación de los campesinos se distingue de la explotación del proletariado industrial sólo por la forma. El explotador es el mismo: el capital. Indudablemente, los capitalistas explotan a los campesinos por medio de la hipoteca y de la usura; la clase capitalista explota a la clase campesina por medio de los impuestos del Estado" (Las luchas de clases en Francia) (31). "La parcela del campesino sólo es ya el pretexto que permite al capitalista sacar de la tierra ganancia, intereses y renta, dejando al agricultor que se las arregle para sacar como pueda su salario" (El 18 Brumario (32). Ordinariamente, el campesino cede incluso a la sociedad capitalista, es decir, a la clase capitalista, una parte de su salario, descendiendo "al nivel del colono irlandés, y todo bajo el aspecto de propietario privado" Las luchas de clases en Francia)33. ¿Cuál es "una de las causas de que en países donde predomina la propiedad parcelaria, el precio del trigo esté más bajo que en los países donde hay modo capitalista de producción"? (El Capital, t. III, Pág. 340). La causa es que el campesino entrega gratuitamente a la sociedad (es decir, a la clase capitalista) una parte del plusproducto. "Estos bajos precios (del trigo y de los demás productos agrícolas) son, por tanto, consecuencia de la pobreza de los productores y en ningún caso resultado de la productividad de su trabajo" (El Capital, t. III, pág. 340). Con el capitalismo, la pequeña propiedad agraria, forma normal de la pequeña producción, se va degradando, es destruida y desaparece. "La propiedad parcelaria es, por naturaleza, incompatible con el desarrollo de las fuerzas productivas sociales del trabajo, con las formas sociales del trabajo, con la concentración social de los capitales, con la ganadería en gran escala y con la utilización progresiva de la ciencia. La usura y el sistema fiscal tienen necesariamente que arruinarla en todas partes. El capital invertido en la compra de la tierra es capital sustraído al cultivo. Dispersión infinita de los medios de producción y diseminación de los productores mismos". (Las cooperativas, es decir, las asociaciones de pequeños campesinos, cumplen un extraordinario papel progresivo burgués, pero no pueden sino atenuar esta tendencia, sin llegar a suprimirla; además, no debe olvidarse que estas cooperativas muy convenientes para los campesinos acomodados, dan muy poco, casi nada, a la masa de los campesinos pobres, y que esas asociaciones terminan por explotar ellas mismas el trabajo asalariado.) "Inmenso derroche de energía humana. El empeoramiento progresivo de las condiciones de producción y el encarecimiento de los medios de producción son ley de la propiedad parcelaria"34. En la agricultura, lo mismo que en la industria, la transformación capitalista del régimen de producción se produce al precio del "martirologio de los productores". "La diseminación de los obreros del campo en grandes extensiones quebranta su fuerza de resistencia, mientras que la concentración de los obreros de la ciudad la aumenta. Lo mismo que en la industria moderna, en la agricultura moderna, capitalista, el aumento de la fuerza productiva del trabajo y su mayor movilidad se consiguen a costa de destruir y agotar la propia fuerza de trabajo. Fuera de ello, todo progreso de la agricultura capitalista no es sólo un progreso del arte de esquilmar al obrero, sino también del arte de esquilmar el suelo... Por lo tanto, la producción capitalista no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción más que socavando a la vez las fuentes de toda riqueza: la tierra y el obrero" (El Capital, t. I, final del capítulo 13)."
(Del folleto de Lenin: Breve esbozo biográfico con una exposición sobre el marxismo)

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